viernes, 16 de septiembre de 2011

Editorial periódico Hoy, viernes 16 de septiembre 2011

El presupuesto de Educación
 
El país  está ante el reto de superar  grandes deficiencias  en educación. Aunque es cierto que se ha avanzado algo en la materia, organismos locales e internacionales con frecuencia señalan la baja calidad de la educación como uno de los obstáculos para el desarrollo del país. Para vencer esa tara se necesita invertir en grande y se ha estipulado -previo estudio- que la proporción de esa inversión debería ser equivalente a un 4% del PIB. Así está consignado en la Ley General de Educación (66-97).
Aunque el Ministerio de Educación solicitó para 2012 una suma  equivalente al 4.09% del PIB, el Consejo de Ministros aprobó un 3%. El recorte es de 1.09%. En  comparación con la asignación del presente año (1.8% del PIB), la educación ha resultado favorecida con 1.2% sobre dicha asignación. Sin embargo, continúa la violación de la Ley de Educación y ni siquiera fue aceptado lo solicitado por el ministerio.
El Gobierno ha predicado con frecuencia su interés por construir la sociedad del conocimiento. Sabe, y lo ha dicho, que el conocimiento es la herramienta que permite el desarrollo de los pueblos. Pero entre la prédica y la práctica hay mucho trecho. El Gobierno se reafirma violador de sus propias reglas y por eso viola la Ley de Educación  con la misma facilidad que le recorta a los gobiernos municipales la proporción de los ingresos fiscales que les corresponde.
Sin torceduras de brazo
Los grupos que dicen apoyar el reclamo de más fondos para la UASD aderezaron con violencia callejera esta demanda.
Hombres encapuchados y armados salieron al campus a batirse  con la Policía y a perturbar la paz en un entorno que ha visto, impotente,  desvalorizar  sus inmuebles.
Es un tipo de apoyo que le hace daño a la universidad.
Esa violencia para pretender torcerle el brazo al Gobierno es la misma que emplean los grupos que participan en manifestaciones callejeras que por lo regular dejan balance luctuoso.
La UASD no necesita del  recurso que estos grupúsculos le brindan para canalizar su reclamo. Ninguna academia de estudios superiores necesita eso. La universidad del Estado debe repudiar las torceduras de brazo.

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