martes, 23 de febrero de 2010

FRANCISCO DEL ROSARIO SANCHEZ



Nació el 9 de marzo de 1817, durante los últimos años del período colonial conocido como la "España Boba". Fue el primer hijo de la unión de Narciso Sánchez, hombre trabajador e inteligente, tablajero de profesión y Olaya del Rosario de Belén, ambos personas de color.

En el acta bautismal de Olaya del Rosario aparece como "parda libre", lo que implica su ascendencia africana. Cuando se unió a Narciso ya era madre de un hijo a quien su compañero le dio su apellido. Francisco nació antes de que sus padres contrajeran matrimonio.

Tanto Narciso como Olaya se preocuparon por la educación de sus hijos aunque, sólo Francisco logró destacarse y ya a los veinte años era un hombre de sólida formación intelectual que se hacia notar entre la juventud de su época.

No se conoce cuando comenzó su relación con Juan Pablo Duarte pero el hecho de que no figuró entre los fundadores de la sociedad secreta "La Trinitaria" en 1838, hace pensar que se conocieron después de esa fecha.

De todas formas, al ampliarse los trabajos de esa organización patriótica Sánchez se convirtió en un Trinitario en quien Duarte confiaba plenamente.

Sánchez se entregó en cuerpo y alma a la causa independentista, participando activamente en cuantas actividades reclamaban su apoyo y su presencia.

Al desatarse la insurrección la noche del 27 de febrero de 1844, Sánchez pudo salir del escondite donde permanecía para burlar la persecución a que estaba sometido e hizo acto de presencia en la Puerta del Conde, entusiasmando a los conjurados con una ardorosa arenga.

El 28 y bajo la presidencia de Tomás Bobadilla, integró una Junta de Gobierno compuesta además por Joaquín Puello, Remigio del Castillo, Manuel Jiménez y Matías Ramón Mella.

El 8 de marzo, esta junta se dirigió al Cónsul francés, ofreciéndole a Francia, a cambio de ayuda, la península y la bahía de Samaná. Sánchez firmó la carta. Se establecieron claramente dos tendencias políticas.

De un lado se encontraban los proteccionistas o conservadores que contaban con la simpatía del Cónsul francés y el apoyo de Pedro Santana, y por el otro, estaban los independentistas radicales, con Duarte a la cabeza. Cuando Matías Ramón Mella lanzó en el Cibao la candidatura de Juan Pablo Duarte para la presidencia de la República, Sánchez se opuso, considerándolo inoportuno.

Esto casi coincidió con la marcha de Pedro Santana al frente de sus tropas hacia la capital de la recién nacida Republica, con el fin de asumir el mando político.

Logró su propósito y creó una nueva Junta que el 22 de agosto declaró a Duarte, Pina, Juan Isidro Pérez y Francisco del Rosario Sánchez, entre otros, traidores a la Patria, condenándolos al destierro.

Así se impuso la tendencia proteccionista. Sánchez regresó al país acogiéndose a la amnistía de los expatriados durante la administración de Manuel Jiménes y tras surgir Buenaventura Báez como presidente, se vinculo a él.

Tras el derrocamiento de Báez por Pedro Santana, Sánchez se puso a su servicio, olvidando que había ordenado el fusilamiento de su tía María Trinidad Sánchez y de su hermano Andrés. En 1855 Sánchez da un nuevo viraje y se coloca a favor de Báez, cuando éste alcanzó por segunda vez la presidencia de la República.

En 1857 nuevamente se relaciona con Santana, aunque por breve tiempo. Cuando Santana produjo la anexión del país a España, Sánchez condenó la acción y se lanzó una vez más a la lucha armada para evitar la consumación del propósito.

Invadió la República por la zona fronteriza sureña pero víctima de una traición, fue hecho prisionero por las tropas de Santana y juzgado en San Juan de la Maguana por un Consejo de Guerra.

Pidió que su defensa estuviese en manos de oficiales españoles pero no fue complacido. Tuvo la entereza de asumir la responsabilidad total de los acontecimientos.

Fue condenado a muerte y, herido como se encontraba e imposibilitado para caminar, Sánchez fue llevado en silla de manos al lugar de la ejecución, demostrando hasta el momento de morir un gran valor.

El cumplimiento de la sentencia estuvo a cargo del general Abad Alfau Sánchez.

Fue ejecutado el 4 de julio de 1861. La vida de Sánchez puede ser dividida en tres periodos: el pre-independentista donde se destacó como un discípulo de Duarte, abrazando el nacionalismo integral y el liberalismo de su maestro; el de la primera república, donde dio la espalda a estos principios dando muestras de inconsecuencia política puesto que sirvió tanto a Báez como a Santana, a sabiendas de que ambos perseguían el coloniaje, y por último cuando vuelve por sus viejos lauros para morir como un héroe en la defensa del ideal patrio.

Es claro que, aunque cometió graves errores en diferentes momentos, su destino final lavó el recuerdo de una gran parte de ellos.

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