La máquinaria de la reelección
La reeleción presidencial, prohibida expresamente en la Constitución vigente desde el 26 de enero de este año, es una aspiración que seduce a alguna gente que se ha hecho adicta al poder.
Ha habido pronunciamientos en este orden, de gente que apuesta a activar la herramienta del referéndum como paso previo a una reforma constitucional que eliminaría la traba vigente.
La seducción es estimulada por un resultado electoral que otorgó al Partido de la Liberación Dominicana una mayoría aplastante en el Congreso, que algunos creen aprovechable para acomodar el mandato constitucional con el malsano propósito de destrabar la reelección.
Entre algunos legisladores oficialistas se ha hecho difícil disimular el laborantismo en el sentido expresado. La caza de adhesión a esta causa está en marcha y no repara en principios ni escatima esfuerzos o recursos. La minoría opositora está en la mira de los cazadores y se procura que los no reeleccionistas -que los hay en el oficialismo- dejen de ser obstáculo.
Todo este laborantismo emula los traspiés que en su momento diera el sector que respaldó a Hipólito Mejía y que lo indujo a buscar la reelección mediante una reforma de la Constitución hecha a la medida de esos propósitos. Muchos de los oficialistas actuales que ayer criticaron esa aventura, de pronto están bajo los encantos del reeleccionismo.
Traumas contra la democracia
La reelección presidencial ha sido traumática para el país. Joaquín Balaguer se sucedió a sí mismo varias veces en el poder y ocasionó traumas severos a la institucionalidad y la democracia representativa.
En el caso de Balaguer, una de las consecuencias negativas obedeció a que los “éxitos” electorales se lograron poniendo cortapisas a los derechos de los grupos de oposición, que fueron críticos acérrimos de esta práctica pero que han terminado imitándola.
El PRD, con Hipólito Mejía, intentó una reelección y fracasó. El manoseo de la Constitución para acomodarla a este intento fue una herida para la institucionalidad del país. Y el PLD, que atacó esa repostulación, terminó reeligiendo a Leonel Fernández, que agota su tercer período de mando, dos de ellos de manera consecutiva por reelección. La democracia del país, y de los propios partidos políticos, necesita mantener la reelección sepultada, como ahora está.
No hay comentarios:
Publicar un comentario