lunes, 3 de agosto de 2009

FRANCISCO XAVIER BILLINI

Este sacerdote, nació en la antigua ciudad de Santo Domingo el 1 de diciembre de 1837. Su padre, Juan Antonio Billini y Ruse, italiano, fue comerciante, y su madre, Ana Joaquina Hernández y González nació en Cuba de padres dominicanos.

Desde muy joven se inclinó por la vida eclesiástica realizando sus estudios en el Seminario Santo Tomás de Aquino. Obtuvo la licencia de hábito en 1851 y fue ordenado sacerdote en Puerto Rico en abril de 1861.

Su primera misa cuando retorna a Santo Domingo fue oficiada en la Iglesia de Regina Angelorum el 9 de junio Simpatizante de la anexión de la República Dominicana a España, se expresó en favor de la paz a raíz de los sucesos de la Guerra de la Restauración y se marcha a Cuba en 1865 junto a su familia cuando los españoles abandonaron el territorio dominicano.


Su vida, sin embargo, preocupada siempre y dedicada al servicio de los más necesitados, lava la sombra de esa simpatía vergonzosa. De Cuba pasó a SaintThomas, donde se encontró con el general dominicano Gregorio Luperón, quien le convence de regresar a Santo Domingo.


Llegó el 1 de agosto de 1866 y se consagró, desde entonces, a la enseñanza. Fue Director del Colegio San Luis Gonzaga durante 26 años.

Prestó servicios en varias parroquias de diferentes localidades del país y en 1867 fue Vicario General de la Arquidiócesis de Santo Domingo En 1869 funda la Casa de Beneficencia donde mantenía personas desvalidas, y crea varios periódicos entre los cuales se cuentan “La Crónica” y “El amigo de los niños”.

Establece además una Biblioteca Popular para favorecer a las personas de escasos recursos. Dedicado a la caridad y a la enseñanza, no dudó en pedir ayuda a los gobiernos para destinarla a los necesitados.

En 1880 solicitó al Poder Ejecutivo, presidido en ese momento por el Dr. Fernando Arturo Meriño y Ramírez, el edificio del Hospital San Andrés para dedicarlo a sus obras de beneficencia. Hoy día es un moderno hospital que lleva su nombre.

Entre sus actividades se recuerda la fundación de la Lotería de la Junta de la Caridad cuyos beneficios eran destinados al bien social. A la hora de su muerte el 9 de marzo de 1896 pidió “Átenme, las manos y los pies... Acuéstenme para reposar así, con toda humildad.”

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